Ha
transcurrido más tiempo sin ti que ese brevísimo plano que compartimos, una
vida atrás, o tal vez dos.
No puedo
escuchar esas músicas que juntos vivimos noche tras noche, entrelazados en el
silencio, no puedo simplemente pretender que ya te olvidé, eso implicaría
suponer que no fuiste suficiente y ojalá no lo hubieras sido.
La primera
canción que me habías dedicado hablaba de dejarte entrar a mi corazón, una
letra cursi pero con un ritmo tan peculiar como tu personalidad, y en el coro
decía que el amor aparece cuando uno menos espera y nada importa, ni el lugar,
ni la edad, ni el tiempo. Es complicado conocer a tu alma gemela, a ese ser que
te complementa, que encaja perfectamente contigo y que luego la vida decida que
no es oportuno y que tal vez nunca se vuelva a repetir. ¡Gracias, Vida!
Los meses
pasaron lentamente, al comienzo fue peor porque sabía que mis manos no estarían
unidas a las tuyas por la eternidad, se sentían incompletas y vacías sin tus
dedos enredados con los míos, como aquellas veces en las que podíamos tomarnos
horas solamente para acariciarnos, para mirar cómo la mano del uno encajaba con
la del otro como si no hubiera habido en la tierra mejor espectáculo, y no te
mentiría si te digo que podría pasar nuevamente hora tras hora, haciendo
exactamente la misma tarea.
Te extraño
tanto que debo enfocarme en olvidar que exististe, pero día a día, a pesar de
todo, sigues ahí, clavado en mi mente y ya se me están acabando las estrategias
para sacarte de allí.
No nos dio el
tiempo de tomarnos una foto, fuimos imprudentes al pensar que estaríamos
siempre juntos, que no había apuro, que la única prisa que teníamos era la de
vernos y envolvernos en besos y caricias hasta que la realidad nos pegara
fuerte y nos dijera que ya era suficiente por ese día.
Y sé que te
disfruté cada segundo, cada instante que te tuve conmigo, a mi lado y sé que no
me puedo reprochar nada porque te di más en ese breve tiempo que a nadie en
toda la vida mía.
En ese mundo
de ficción tuvimos todo, pero no era más que eso, una ficción insostenible; un
amor fundado sobre bases de nubes y aire en cuyo horizonte se divisaba un
inminente colapso. Y pensar que nos dimos el gusto de planear nuestras vidas,
juntos; la rutina que llevaríamos, y cómo estarías para mí y yo para ti, y así
fue, y funcionó para nosotros por un tiempo.
Sin embargo,
te extraño, te tengo aquí atragantado en el medio del pecho y no sé cómo
sacarte de allí, a pesar de todo, a pesar de haber roto todo parámetro que
establecimos implícitamente desde que nos enamoramos.
¡Ay! ¡Nos
enamoramos! Sí, fue apresurado, loco, incoherente, absurdo, pero ¿acaso para el
amor hay reglas o estándares? Y si las hay, no me interesa oírlas, solo me
importa tu voz, tu tacto, tu calor y tu existencia, que ya no está cruzada con
la mía, que tan atrás quedó, que ya no recuerdo cuándo fue, que ya no estoy
segura si fue o no y no sé si te soñé o fue real. Sí, tal vez te soñé, tal vez
te imaginé porque me es imposible aceptar el hecho de haberme enamorado de mi
alma gemela y no haber tenido una oportunidad un poco más larga, con más trama,
así, como para no olvidarte jamás y que me dolieras más al despedirme de ti,
porque hasta el dolor de perdernos hubiera valido con tal de haberte podido
disfrutar un poco más, solo un poco.
Debo dejarte
ir, no puedo siquiera imaginar que habiendo sido uno, hoy seamos dos completos
extraños que pretenden no haberse jurado amor eterno frente a aquella luna
llena que fue el único testigo, callado en el silencio de esa interminable
noche que llegó a su fin.
Ph.: Biera Cubilla
Ph.: Biera Cubilla
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