domingo, 26 de julio de 2015

Caballeresca pedantería


No sabía cómo describirte, te sentí un oasis pero en realidad eres un espejismo, sí, eso eres, nada más que un pedazo de vidrio roto que en contacto con el sol, brilló, simulando ser una refinada pieza de cristal.

Vistes de alta hipocresía cada día, tu galantería es para con todos, coleccionas amigos y sonrisas, y los llevas colgando en el bolsillo.

Tu estilo rebuscado y tu sabiduría oriental engalanan los sentidos de desesperadas mujeres por una gota de atención.

Estoy en todas partes pero en ningún lugar estoy, son invisible, soy un secreto de tus prostituidos días cargados de silencios y disimulos.

Mentiras guardas como tarjetas personales en tu billetera, y al ser descubierto, inventas un sensible tema de conversación, excusando tu tachable actitud.

Y eres sí, un patético pirata con algunos trucos bajo la manga y me lo repetiste más de cien veces y en ninguna te escuché, y robas tesoros y regalas tesoros y te luces con imágenes y palabras que no son tuyas, y te atribuyes ideas y acciones de menciones ajenas, y eres un maldito fantasma disfrazado de atractivo mago, que no tiene vida propia, ni lugar propio, ni sentir propio.

Eres menos que el polvo que cubre un viejo mueble abandonado, ya que pocos te conocen realmente y menos te quieren por lo que eres en verdad; la mayoría sigue embobada como una colectividad ovejuna cada absurdo paso que das, y te aplauden y te veneran y al final del día estás más solo que un perro callejero y recurres a tu ciencia, a tu filosofía de vida, a tus juguetes dorados y a la música de aquella época en que te permitiste ser libre, solo para sentirte acompañado y no escuchar el silencio de la soledad que te rodea.

Y tienes algo que no tienes y profesas ser alguien que no eres, y vendes sueños que ni tú crees, e inventas grandes historias que las ovejas se las tragan y que yo en silencio lamento hasta el aburrimiento oír.

Y aun así eres demasiado para mí, y aun así soy mucho para ti y nuestras paralelas vidas comparten un plano en un mismo tiempo, y tú avergonzado no me luces y yo avergonzada te aparto y vivimos juntos un teatro inexplicable, ya que ambos actuamos pero olvidamos el guión y hacemos propia esa vida detrás del telón y te importo lo suficiente para que me olvides en tu día, y me importas lo suficiente para que ello no me moleste.


Y estoy aquí, y estás allá, pirata de tesoros inexistentes, de burdos cuentillos que salieron de tu limitada imaginación, en donde se mezclan tu álter ego, tu pedantería crónica y el exceso de atención.

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