Ella,
típica ama de casa. Marido, hijos, auto, hogar, barrio residencial.
Dicen
que cada casa es un mundo aparte, y esta no era la excepción.
Ama de
casa perfecta, obsesiva en detalles, esperaba una respuesta afectuosa y
agradecida de sus cercanos.
Los
vecinos los admiraban, era la familia de portadas de revistas que se podrían
titular “Cómo ser felices” y “El hogar perfecto”.
La
realidad detrás de las puertas diferente, con un esposo desinteresado e infiel
y dos hijos aburridos y desagradecidos de semejante madre.
Ella,
abusada psicológicamente, había dejado en el pasado esas voces que le
atormentaban, diciéndole que cometiera maldades.
Luego
de la cena impecable que había preparado por horas, de mala gana los tres se
sentaron junto a ella a comer, sin saborear ni agradecer.
Esa
fue su última cena, envenenada.
Con un
filoso y preciso cuchillo de cocina, cortó los extremos de sus bocas, para que
no dejaran de sonreír, nunca…
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